Gloria y la Codependencia

codependencia-2

Supongamos que se llama Gloria. Ha tenido un matrimonio más o menos rocoso debido a diferentes circunstancias y decidió integrarse a un grupo de ayuda. En él ha aprendido a identificar y empezar a modificar algunas conductas que le estaban ocasionan conflictos constantes, pero al hacerlo…  ¡se siente fatal!

Los reclamos, las miradas heridas, las quejas y demás respuestas de su familia por no seguir haciendo lo que siempre hacía, le causan una culpa que le dificulta cambiar. La duda de si es correcto tomar decisiones de forma independiente, las creencias de lo que es una mujer, la angustia ante la pérdida del control y los juicios de algunos la obligan a regresar a sus patrones de siempre.

El día que inició su curación, me llamó desde una tienda, con una prenda de ropa en la mano que había ido a devolver veinte minutos después de pagarla porque, aunque se la había comprado con dinero fruto de su propio trabajo, se sentía culpable de haberse gastado el dinero en algo que ella quería y necesitaba en lugar de dárselo a algún miembro de su familia para algo que ellos quisieran o necesitaran. “¿No es mi obligación cuidar a los míos? ¿No debo sacrificarme por ellos?” me preguntó muy confundida. Lo más interesante es que después de hablar un poco identificó que, además de culpable, se sentía furiosa consigo misma y con todos.

¿Les parece un caso complicado? No lo es en realidad. Este estado mental confuso entre la culpa, la angustia y la furia tiene un nombre muy conocido: codependencia. Incontables autores han hablado ya sobre este tipo de relación en la que una persona colabora a mantener la inmadurez, adicción o irresponsabilidad de otra u otras mediante la solución de todos sus problemas.

El reto no es nombrar esta condición humana sino entender de dónde viene. En este “mi año de la autoestima” he aprendido algo sobre esto: las personas codependientes viven con la premisa de “si tu estas bien, yo estoy bien”. Así, procurará que la otra persona no sufra, aún cuando el sufrimiento sea justificado o incluso beneficioso. Y lo malo de intentar evitar que otro sufra, es que es imposible. El resultado es un fracaso estrepitoso y conducente a depresión y pérdida de sentido de vida. ¿Cómo podemos evitar esto?

Lo primero que Gloria hizo fue trabajar en el fortalecimiento de su autoestima. Si nos dedicamos a conocernos mejor y crecemos en la aceptación y el amor hacia nosotros mismos, no tendremos la necesidad de que otro esté bien para ser felices. Aprenderemos a cuidarnos y a tratarnos bien, a realizar nuestros sueños, a vivir bien. Seremos inmunes a las manipulaciones o mentiras y no permitiremos malos tratos. Además, nuestra actitud les enseñará a los demás también a amarse y a respetarse ellos mismos y eso puede ser lo que por fin los haga mejorar su vida. Si quieren.

Estos cambios no serán por un tiempo del agrado de quienes comparten la condición de codependencia con nosotros, pero si serán de gran beneficio. Gloria entendió que si realmente necesitaba que el otro fuera feliz para poder ser feliz, liberarse de la codependencia era el único camino. ¿Cómo lo ves tú?

5 Estrategias Para Crear Emociones Positivas

emociones positivas 2

Piensa en la última conversación que tuviste. ¿Con quién fue? ¿Cómo te sentiste después de dejar a esa persona? ¿Cómo crees que se sintió ella? Si queremos tener mejores relaciones personales, no es suficiente con desearlo. Lograrlo requerirá que tengamos esa conciencia de cómo son nuestras interacciones diarias y qué dejamos en las personas que se cruzan en nuestro camino.

La semana pasada, en el artículo del libro de la semana, prometía hablar de cinco estrategias que propone Tim Roth para incrementar las emociones positivas en las relaciones personales y lo prometido es deuda… Estas propuestas son sencillas de practicar y aún así muy transformadoras si las aplicamos con tenacidad y atención:

Estrategia #1: Evita la negatividad

Piensa de nuevo en tu última conversación. ¿Los comentarios que hiciste a la otra persona incluyeron quejas o críticas?  Si es así, no estás solo. La revista Psychology Today [1] asegura que de los miles de pensamientos que cruzan diariamente por nuestra cabeza, alrededor del 70% son negativos.

Cuando hacemos comentarios negativos de nosotros o de los demás, cuando nos quejamos de cosas que no podemos cambiar o cuando elegimos ver el lado negativo de la vida en general, estamos restando emociones positivas de nuestra vida. El reto será hacer estas revisiones de nuestros encuentros y evaluar la calidad de nuestras aportaciones. Darnos cuenta de lo que decimos a los demás es la clave para poder modificarlo.

Estrategia #2: Ilumina lo que está bien

En las últimas 24 horas ¿has halagado o felicitado a alguien por algo bien hecho? ¿Has ayudado a alguien a ver algo positivo sobre sí mismo? Es increíble lo acostumbrados que estamos a señalar lo que está mal o lo que no nos gusta de los demás o de nosotros mismos. En cambio, señalar lo positivo nos parece a veces superfluo o incluso tenemos falsas creencias añejas de que pueden producirle efectos negativos.

Reconocer y valorar lo que alguien hace bien es una enorme fuente de emociones positivas. Ten presente además, que lo que reconoces en otra persona ayuda a forjar su identidad y fortalece sus futuros logros en esa área. Si quieres ver más de una conducta, date a la tarea de observarla y resaltarla.

Estrategia #3: Haz mejores amigos

Está comprobado que las personas con relaciones personales enriquecedoras tienen una vida más satisfactoria. Convertir a tus compañeros de trabajo o a tus familiares en mejores amigos hará que las dificultades normales sean más llevaderas y simples.

Llamar a las personas por su nombre, reconocer sus logros, interesarte por sus vidas o por sus planes y apoyarlos en su camino son cosas que puedes hacer para convertir a simples conocidos en amigos verdaderos.

Estrategia #4: Regala algo inesperado

Por supuesto el regalo no tiene que ser algo valioso y ni siquiera algo material. Un abrazo, un pequeño objeto o hasta servirle a alguien una taza de café será doblemente apreciado si es inesperado debido al factor sorpresa. Esto llenará de emociones positivas a quien recibe el obsequio y, por supuesto, de quien lo da.

Estrategia #5: La Regla de Oro en reversa

No  “Trata a los demás como te gustaría que te trataran a ti” sino:  “trata a los demás como a ellos les gustaría ser tratados por ti.” Tómate el tiempo de conocer a las personas y saber qué les gusta y qué no. Hay quienes prefieren ser felicitados en público y quienes prefieren unas palabras en privado. Hay quienes prefieren un abrazo efusivo y quienes se sentirán incómodos con esa expresión de afecto. Esta atención personalizada hará que tus interacciones sean más significativas para la otra persona y que se sienta más valorada.

Lograr emociones más positivas es una tarea de todos los días, pero si sigues estas estrategias, seguramente verás más sonrisas felices en quienes te rodean. ¿Qué tal si lo intentas?

[1] https://www.psychologytoday.com/blog/sapient-nature/201310/how-negative-is-your-mental-chatter

El Año de la Autoestima

Blog Autoestima 2

Este es mi año de la autoestima. Me explico: cada año, al cumplir años, elijo un tema para trabajar durante el año y lo hago leyendo libros, asistiendo a conferencias o realizando meditaciones, entre otras cosas, que traten aquello en lo que yo creo que necesito crecer en ese año. También me es muy útil hablar con la gente de ese tema porque me ayuda a aclararlo y a tener diferentes perspectivas de lo que significa y de la importancia que tiene para cada quien.

A partir de marzo, entonces, he estado analizando la manera de tener una autoestima más sana y sólida. Lo complicado es que hay más de 22 millones de referencias en Google sobre la autoestima, en la tienda Amazon hay más de ocho mil títulos que hablan del tema y cada persona con la que he hablado parece tener su versión y la manera de combinarla con su ideología particular. En conclusión, me encontraba casi en junio, saturada de información, pero sin un camino claro que seguir.

Pero la vida te responde siempre a las preguntas que le haces, y en esta ocasión me mandó una estrella. Estrella es una joven de veinte años que llegó a Monterrey hace varios meses a vivir con una tía porque en el pueblo de Oaxaca donde vive no tiene acceso a la educación que anhela: quiere ser chef. Al platicar con ella, me contó una historia que seguramente les será familiar: padres campesinos, cinco hermanos pequeños, escasas oportunidades, etc., la realidad de millones de personas en nuestro país. Al preguntarle qué la había motivado a dejar su casa y venir a esta ciudad a pesar de las dificultades, me respondió: “Había una voz, “Lic.”, una voz adentro de mí que me decía: “Tu Puedes””. Las aguas se abrieron.

Es tan fácil confundir la valoración externa con la autoestima: nos halaga que nos quieran, nos inviten o nos den likes, nos sentimos importantes y necesarios y eso nos hace pensar que estamos bien y que es suficiente con eso. Pero en la soledad de la noche, no hay más voces que la nuestra y sólo podemos escuchar eso que nosotros mismos nos decimos. La autoestima se puede reconocer en ese mensaje que, si nos atrevemos, escucharemos decir: “Tu puedes” o “Tu no vas a poder”.

¿De dónde viene esa voz? ¿Qué le da las ideas? Viene de una mezcla de lo que nos conocemos y lo que creemos sobre nosotros mismos. Ese es el fundamento de nuestra valoración personal. Las experiencias que hemos vivido en el pasado alimentan nuestras creencias de lo que es nuestra realidad. Si no me doy el tiempo para conocerme y saber de qué soy capaz, mis creencias serán las únicas que hablen.

En mi opinión, hay otro ingrediente importante en la mezcla que contiene la voz interior pero éste es más difícil de describir: es el conocimiento de que somos mucho más de lo que vemos. Si tenemos este componente, nos viene una fuerza nueva y una esperanza que ilumina nuestros fracasos de manera que no los vemos como limitaciones de nuestra capacidad sino como aprendizajes dispuestos para nuestro crecimiento y mejora. Así, la ocasión de aprender de un revés de la vida nos hará sentir mejores en vez de peores.

Al descubrir este asunto de la voz de la autoestima, necesariamente tuve que empezar a escucharla con atención para analizar cómo andaba yo en ese departamento. He tenido grandes revelaciones. Les comparto una: siempre había pensado que era poco fotogénica. Eso provocó una profecía autocumplida ya que, al percibir la cámara, me sentía muy incómoda y eso se trasmitía en mi gesto de manera que no daba mi mejor cara. El resultado es que mi creencia de no ser fotogénica, provocaba que no lo fuera. Cuando me di cuenta de eso, probé bloquear mi creencia y simplemente ser más auténtica para trasmitir en la foto el sentimiento que en ese momento vivía. Los resultados han sido muy positivos: resultó que no era poco fotogénica sino que solía  reflejar en las fotos mi juicio y mi miedo.

La lección de Estrella me ayuda hoy a escuchar mi voz interior y a conocer el estado de mi autoestima. Este autoconocimiento me ha permitido cuestionar mis pensamientos y creencias. No siempre lo disfruto y a veces me sorprende, pero hasta ahora, pienso que ha sido mejor escuchar que ignorarla.

¿Tú qué te dices a ti mismo? Te invito a escuchar y a compartir.

Vivir, viviendo

Vivir viviendo 2

Dice el libro de Eclesiastés que todo tiene su momento oportuno: hay un tiempo para plantar, un tiempo para cosechar; un tiempo para llorar, y un tiempo para reír; un tiempo para estar de luto, y un tiempo para saltar de gusto. He encontrado, sin embargo, que la mayoría de nosotros queremos brincarnos algunos tiempos, los que no nos gustan. De esta manera, pretendemos vivir la vida, pero sin vivirla.

Es difícil entender para qué sirve vivir los momentos dolorosos de la vida y aceptar que cumplan su función en nosotros, por incomprensible que sea. Por eso buscamos anestesiarnos en las ocupaciones vacías y en sustancias adormecedoras: porque vivir duele mucho a veces.  Pero cualquier intento por no vivir lo que la vida nos presenta, nos cobra un precio muy alto: nos paraliza en el dolor.

La vida me ha enseñado que para poder salir del pantano del sufrimiento, sólo hay un camino: vivir. ¿Qué significa esto? Cada cosa que vivimos tiene una emoción y una experiencia que le corresponde y hay que aceptarlas para que puedan pasar y nos dejen solamente el aprendizaje que contienen. No les voy a decir que esa enseñanza es un regalo, aunque lo es, porque cuando a mí me lo dijeron estuve a punto de regresar el regalo de una patada… Digo… no todos los regalos se aprecian en el momento, a veces tiene que pasar mucho tiempo y a veces se requiere de ayuda adicional. Se vale pedirla.

Hay algo que siempre funciona: encontrar la experiencia en el momento presente. En el centro vacío del momento presente, en el aquí y el ahora, no hay intención, historias ni miedo. Solo hay vivir en la aceptación del momento como es, con la emoción que traiga, porque ésta es cambiante y pasará.  En el momento presente no hay agitación ni ansiedad. Eso es del ego y el ego no existe en este tiempo.

En ese centro, hay información que viene desde adentro y desde la situación. Claves para entenderla y para no repetirla, mensajes de luz que necesitamos recibir y el consuelo que anhelamos.

En el momento presente, yo soy lo que realmente soy. Sin juicios, sin hubieras, sin rollos, solo yo en cuerpo y alma. Y eso es suficiente para vivir y sobrevivir con calma todo lo que el vivir me traiga. Porque ese que yo soy, es el único que hace falta.

Lo que sea que esta semana te toque vivir, este es el tiempo para vivirlo, el único. Ten claro que, sea lo que sea, no estás solo. ¡Atrévete! ¡Sobrevive viviendo!

Lo que vemos

Lo que vemos

Hay una dinámica que utilizo a veces en mis clases que consiste en un juego de tarjetas que contienen imágenes, medio dibujadas medio abstractas. Cada persona debe elegir una, observarla detenidamente y después explicar qué significa para ella la tarjeta, qué emoción le genera y qué la hizo elegirla. Siempre me sorprende como una misma imagen puede significar algo muy importante para alguien y, para otra persona, algo totalmente distinto e igualmente significativo. ¿Qué hace que esto suceda?

Lo hemos escuchado tantas veces que ya no le ponemos atención: desde frases populares como “Nada es verdad ni mentira, todo es según el color del cristal con que se mira” hasta la ahora famosa Ley de Correspondencia: “Como es arriba es abajo, como es adentro es afuera”, hay mucha información que nos indica que la manera como nos sentimos y percibimos nuestra realidad depende solo y únicamente de nosotros.

¿Qué significa esto en sentido práctico? En todas las vidas hay problemas, accidentes y dificultades. Eso es una realidad. Tener una mente positiva no nos protege contra eso. Sería muy iluso pensar que por tener paz interior, nadie se me va a atravesar en la calle o nadie va a venir a descargar su enojo conmigo. El esperar eso me hará sin duda resentir los sucesos de dificultad más cotidianos. Si yo, en cambio, entiendo que la vida es así y decido utilizar las complicaciones para aprender o crecer, entonces estaré mejor preparada para sortearlas positivamente. Eso es lo que depende de mí: no lo que me pase, sino lo que hago con lo que me pase.

Hace unos días estaba celebrando el cumpleaños de una amiga y su hija de cinco años llegó patinando hasta la mesa en donde estábamos sentadas con tal velocidad, que volteó todos los vasos. Durante el alboroto de recogerlos y limpiar el líquido derramado, pude observar varias reacciones diferentes: entre otras, había la que se reía por la sorpresa y la que limpiaba con preocupación y seriedad. Cada una, vivimos la misma situación pero desde detrás de nuestros propios lentes. El resultado es que alguien llegará a su casa platicando de una tarde graciosa y alguien llegará quejándose de la molestia que vivió.

Lo importante en este tema es que usualmente olvidamos que podemos cambiar nuestros lentes. Si no nos gusta la manera en que estamos viendo la vida… ¡podemos elegir otra! ¿Cómo? La gratitud es un excelente primer paso. Estoy convencida de que cambiar nuestra mirada y observar lo bueno, lo noble o lo positivo en todas las personas y situaciones (y si, todas tendrán algo) hará que nuestra experiencia completa se trasforme. Apreciar la vida significa apreciar todo lo que ésta contiene, como es.

La reacción que más admiré ese día de los vasos derramados fue la de la madre:  plenamente consciente de que su hija no habría querido molestar a sus invitadas, con calma le preguntó si se había hecho daño y le dijo que pidiera disculpas y ayudara a recoger. Lo que pudo haber sido un drama, fue un suceso que terminó en menos de 5 minutos y la niña aprendió la lección sin ser humillada o regañada. El tener una visión optimista de los demás hace que nuestra reacciones, aún en las dificultades, sean también positivas.

¿Cómo ves tú la vida? ¿Vives con miedo o con esperanza? ¿Cómo reaccionas a las personas o situaciones complicadas? Estas preguntas pueden darte una idea de cómo es tu visión de la realidad que te rodea. Si no te gusta lo que ves, decídete a cambiarla. El mundo cambiará cuando tú lo hagas.

¡Eres Otra Persona!

mujer de compras

La vi en aquella tienda llena de gente y la saludé a lo lejos, pero ya no pude apartar mi mirada de ella, porque de inmediato noté pasmada que se dirigía hacia mí con paso rápido, firme y decidido. Tuve la sensación de estar observando a un halcón volar hacia a su presa y me acerqué a la persona que me precedía en la fila sin darme cuenta, como para protegerme.

– ¡Martha! – fue su saludo entusiasta- ¡Pero si eres otra persona!

Mi mente permaneció en blanco por cuatro segundos exactos.

– ¡Estas flaquísima mujer! ¿Cómo le hiciste? Yo estoy probando con un doctor nuevo que te da un tratamiento de una…

¿Otra persona? – pensé- ¿bajar tres kilos pueden hacerme otra persona? ¡Cuántos años y dinero gasta el mundo tan equivocadamente en terapia! ¡Cuánta gente buscando la paz en grupos de apoyo y crecimiento a base de esfuerzo y autoconocimiento sin saber que el secreto es perder peso! ¡Cuántos alumnos en las aulas del Desarrollo Humano y tantos otros talleres similares perdiendo su tiempo en lugar de simplemente cambiar sus hábitos alimenticios!

– … verdad?- dijo al hacer una pausa para tomar aire. Me miró, y por un momento pensé horrorizada que tendría que contestar, pero afortunadamente continuó diciendo: -Es lo que te digo, pero fíjate que Laura me contó que a ella le había…

Ella continuó su monólogo y yo el mío, en silencio: ¿En qué persona me habré convertido? ¿será que ya no me dan miedo los gatos? ¿o tal vez ya dejé de angustiarme por cosas que no están en mi control? ¿Sería ya por fin la mujer paciente y bondadosa que siempre he querido ser? A lo mejor ya no me exaspera la política nacional casi hasta el llanto… Con cuidado me toqué el cabello a ver si por suerte lo que me había cambiado era el pelo chino… eso sí hubiera sido buenísimo.

– … tu crees? – Me sorprendió de nuevo la pausa en su discurso y esta vez pensé confiada que seguiría hablando pero no: esperó mi respuesta y congeló su sonrisa.

– Em… pues… no sé… fue lo único que logré articular.

Se despidió de mi algo extrañada pero con el mismo aplomo de siempre y probablemente se fue pensando que mis neuronas también habían sufrido algo de adelgazamiento. Yo en cambio, salí de ahí contenta. No solamente logré en efecto bajar tres molestos kilos, sino que además sé que eso no me convierte en otra persona… y, a pesar de todo, lo celebro.